domingo, 9 de septiembre de 2007

En la soledad de Harlem

Tras un breve intercambio de pareceres al frío aire de la noche, nuestra pequeña Hermandad decide que la Policía Metropolitana de Nueva York es la solución a nuestros actuales problemas, no estoy en absoluto de acuerdo pero prefiero que se den cuenta por si mismos del error de su planteamiento. Tony parte a la búsqueda de un teléfono público y tras un corto lapso de tiempo vuelve corroborando mis sospechas iniciales, no van a hacer nada al respecto. John insiste en el tema y vuelven a marcharse, esta vez nos quedamos solos Julius y yo controlando las cercanías del callejón donde se encuentra la Juju House por si aparece nuestro amigo Silas.

Han pasado más de veinte minutos desde que se marcharon a intentar convencer a la Policía y matamos el tiempo jugando a las cartas, de repente Julius me avisa: "El negro, el negro" me giro instintivamente y allí esta Silas avanzando presuroso hacia el callejón, me vuelvo hacia Julius para decirle algo y veo que todo era una treta suya para poder hacer trampas en la partida pero por esta vez la fortuna se ha mostrado benévola con nosotros. Abandono el automóvil y extraigo del bolsillo de mi gabán el revolver mientras avanzo hacia el viejo, éste se percata de mi presencia e intenta alcanzar la seguridad del callejón pero reduzco la distancia rápidamente y evito que acceda al mismo mientras Julius se posiciona a su espalda y Silas intenta atacarlo con su bastón. Se produce una situación que si no fuese por su importancia resultaría cómica con Julius forcejeando con Silas sin poder reducirle y decido acabar con esta situación disparando un tiro al aire, por supuesto funciona y a partir de ese momento Silas se muestra más receptivo a acompañarnos hacia el vehículo. Un par de cabezas aparecen por las ventanas pero rápidamente vuelven a la seguridad de sus hogares.

Una vez en el interior del vehículo Silas adopta una postura sollozante y empieza a unir frases sin sentido y dando la sensación de no saber ni quien somos ni lo que hacemos aquí y mostrándose muy nervioso. Pienso que en cualquier momento puede ponerse a gritar, con lo que quizás tendríamos problemas y de un golpe de culata le hago perder el conocimiento, recostándolo en el asiento trasero. Miro mi reloj de bolsillo y compruebo que las manecillas marcan las 2:30 de la mañana y pienso que quizás nuestros compañeros pueden haber tenido más problemas en este barrio, alzo los ojos y veo que Julius me observa boquiabierto mientras lanza intranquilas miradas hacia Silas, estoy a punto de hacerle algún irónico comentario cuando de repente dos vehículos encaran la calle hacia nuestra posición, uno de ellos es el desvencijado automóvil de Tony y el otro es una patrulla de la Policía. Parece que los "salvadores" refuerzos han llegado aunque parece que soy el único que persiste en la idea de que dos agentes no son la solución aunque mis amigos se muestran esperanzados e incluso Henrietta parece creerlo, creía que era más realista.

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