martes, 4 de septiembre de 2007

"Ajuste de cuentas entre bandas rivales en Harlem"

Entramos en el desvencijado edificio, con un exceso de cautela para mi estado de animo. El interior esta en el mismo estado de conservación que el callejón aledaño y opino que lo mejor que le podría suceder a esta parte de la ciudad es que un fuego purificador limpiase su rostro pero incluso entre estas calles deben morar gentes sin opción a otra alternativa de vida. Subimos dos pisos, pero no encontramos rastro del anciano Silas, las ratas siempre saben cuales son los escondrijos más seguros. Decidimos acudir a la tienda de Silas, "The Juju House" y comprobar si es posible su captura allí.

Partimos a la vez que un solitario coche patrulla llega a la zona para comprobar lo sucedido. Algún vecino debe haberles alertado de los disparos, cosa que no me extraña lo más mínimo, supongo que encontraran los cuerpos sin vida pero al ser negros darán carpetazo al asunto, ya puedo ver el titular "Ajuste de cuentas entre bandas rivales en Harlem".

Llegamos a la tienda y no se observa nada fuera de lo común en la misma. Decidimos entrar en la tienda para capturar a Silas y Tony nos hace una perfecta demostración de lo que se puede aprender en la escuela de las calles de Little Italy abriendo limpiamente la cerradura de la entrada. La tienda esta en completa oscuridad y la escasa luz que se filtra desde el exterior no hace más que otorgar una tétrica atmósfera a todas estas máscaras paganas. Tras evitar que Tony se haga con la caja registradora, investigamos en el interior de la tienda y encontramos un pequeño almacén repleto de cajas situado tras un cortinaje y tras buscar concienzudamente en su interior, Henrietta descubre una trampilla camuflada bajo una alfombra pero cerrada por la que únicamente se escucha una lejano y monótono sonido de percusión.

En ese momento alguien, creo que John, nos alerta sobre movimientos en el callejón y rápidamente buscamos donde escondernos y acabamos tras el mostrador John, Julius y yo mientras que Henrietta y Tony se quedan en el pequeño almacén anexo. Podemos escuchar con toda claridad como un grupo de 5 o 6 personas entran en la tienda hablando un extraño dialecto, como se acercan al mostrador y dejan un fardo sobre el mismo. Yo estoy estirado tras el mostrador empuñando mi revolver hacia las alturas mientras intento no hacer ningún ruido delatador. Pasados unos instantes se dirigen hacia el almacén y estoy decidido a atacar en caso de escuchar algún grito de auxilio pero el mismo no se produce y tras unos interminables minutos escucho la voz de Tony que nos insta a abandonar el local. Salimos a la fría noche y entre Henrietta y Tony nos explican lo que observaron en el almacén.

Eran un grupo de seis salvajes, que llevaban los mismos implementos que los asesinos del buen Elías y semejantes a nuestros atacantes en el callejón, llevaban con ellos dos fardos que parecían moverse ligeramente y tras golpear en la trampilla, ésta se abrió y el grupo se adentro hacia su interior, haciéndose más nítido el sonido de unos lejanos tambores. Tras cerrase tras ellos la trampilla nuestros amigos abandonaron sus escondites y fueron a nuestro encuentro.

Nos encontramos en el exterior de la tienda, en medio de la noche y rodeados por la desolación de unas calles solitarias. Todos se preguntan ¿Cuál debería ser nuestro próximo paso? y yo me cuestiono si la historia de Roma y de Nerón que me impactó durante mi internado sería extrapolable a Harlem en la actualidad.

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