domingo, 29 de julio de 2007

"Ojala se cumplan todos tus deseos"

Henrietta me ha llamado para invitarme como acompañante a una fiesta ofrecida el día 11 de Enero por Erika Carlyle y accedo ya que estas fiestas nunca dejan de gustarme a pesar de la hipocresía que las rodea.


Acudo con Nestor, mi chofer, a recoger a Henrietta. He de confesar que su aspecto es arrebatador a pesar de no llevar la última moda.


Sin problemas accedemos a la fiesta y por primera vez veo a la anfitriona, poseedora de una belleza por la que sin lugar a dudas la Venus de Milo palidecería aún más. Su presencia junto a la de su Secretaría Personal, mujer de una belleza más arrebatadora si ello es posible, consiguen que la estancia me parezca lo más similar a lo que podré jamas entender como el Edén Bíblico. No me importaría que este fuese uno de mis deseos cumplidos y en ese momento a mi mente acude la situación que podría darse si nuestro amigo Curtis estuviese aquí en este momento y decido compartir ésto con Henrietta. Los dos sonreímos discretamente para no llamar la atención. Tras dejar a Henrietta en su domicilio quedamos para reunirnos todos el próximo día 15 junto al Sr. Elias.


Día 15 de Enero. El Sr. Elias se retrasa y se pone en contacto telefónico con Henrietta para comunicarle, con tono nervioso según nos comenta después, que nos reunamos con él en el Hotel Chelsea. Partimos sin demora y al llegar al Hotel nos indican su número de habitación, la 410.


Tras llamar a su puerta y no recibir contestación el bueno de Tony, haciendo gala de sus buenos usos periodisticos pega su oído a la madera y tras poner cara de sorpresa grita "Hay alguien ahí dentro" y carga contra la puerta. Hay que reconocer que no me gustaría encontrarme frente a Tony en un partido de Fútbol, ya que la puerta salta de sus goznes ante el impacto recibido, lo que sucede a continuación es un explosivo coctel de adrenalina y confusión donde los gritos, los golpes y la sangre se mezclan a partes iguales.


De la oscuridad aparece una espada enorme que impacta a Tony en su costado y le ocasiona un profundo corte que empieza a sangrar profusamente, Julius y John saltan hacia el interior como un resorte y Henrietta y yo intentamos sacar a Tony al pasillo, mientras tanto Curtis empieza a mirar nerviosamente a un lado y otro del pasillo buscando no sabemos exactamente qué. La herida de Tony es de la que se podrían catalogar de mal augurio y decido poner mi mano en la herida para intentar taponar la perdida de sangre mientras Henrietta empieza a bajar hacia el vestíbulo, Curtis aporrea las demás puertas pidiendo ayuda y del interior de la habitación continúan surgiendo los sonidos de gritos y golpes. De repente un tremendo impacto se escucha en la habitación seguido de un improperio lanzado por John, parece que la balanza empieza a decantarse a nuestro favor. Tras unos interminables momentos y debiendo además apaciguar a Tony, que a pesar de sus heridas desea ayudar en la lucha de la habitación, el ruido cesa en la misma y la luz ilumina el hueco donde antes se encontraba la puerta mientras las sirenas de policía empiezan a escucharse a lo lejos. John aparece más blanco que las baldosas de la Morgue del Presbiterian Medical Center y sólo acierta a decir que el Sr. Elías ha sido asesinado salvajemente. He de luchar contra mi intención de observar la escena pero la necesidad de atención por parte de Tony me hace desistir. No puedo evitar que Henrietta entre en la habitación y deposite, posteriormente, una bolsa junto a nosotros. Tras unos instantes aparece la Policía intentando poner orden en la situación, en la que Tony acabará camino del Hospital y los demás en la Comisaria para dar nuestra versión de los hechos. En ese momento veo a los atacantes, dos gigantescos espécimenes de raza negra a los que únicamente los harapos que portan consiguen disimular su estado salvaje con extraños tatuajes y escoriaciones.
Como me temía, la antigua sabiduría latina nos ha alcanzado.

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