domingo, 5 de agosto de 2007

Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin.

25 de Enero: La frase, de Rabindranath Tagore, acude a mi mente mientras soportamos el gélido día elegido para celebrar el enterramiento de Jackson Elias. La escena haría las delícias de cualquier seguidor del Romanticismo: Solitarias figuras bajo un mortecino Sol que no consigue insuflar el calor de la vida a la escena e incluso las palabras del sacerdote parecen sonar con tono lugubre sin necesidad de artificio.

Otra frase, esta vez de Robert Green Ingersoll "En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias" me trae el recuerdo de la situación vivida en la granja cercana a Miskatonic ya hace algunos años. ¿Alguno de los presentes no estaría aquí en este momento si no hubiese sido por el Sr. Elias? Por cierto ¿Dónde esta Julius?

El único asistente al funeral, aparte de nuestro grupo es una persona de mediana edad, algo obeso y de cabello cano. Tras finalizar la ceremonia John se acerca y entabla una conversación con el desconocido. Su nombre es Jonah Kengsinton, editor del Sr. Elias. Escucho a John hablar y llego a la conclusión de es mucho mejor golpeando que hablando. Es una suerte que en su profesión deba escuchar a sus pacientes la mayor parte del tiempo.

Todos comentamos las pocas noticias que se han publicado sobre el suceso. A todo esto llega Julius, quien azorado nos confiesa que se ha confundido de iglesia y apareció en medio de una ceremonia de boda.

¿Le habrán afectado tantos viajes por el Mundo? ¿Será el síntoma de alguna enfermedad? Creo que la Ciencia todavía no puede tener respuestas a estos enigmas.


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